Comenzamos el año. En pleno estrés de exámenes, no voy a obviar mis aficiones, y dos de ellas son el cine y Nietzsche. Lo que andava buscando eran fragmentos de sus obras con los cuales poderme inspirar para hacer una disertación. Y así ha sido. Haciendo una relectura de El Nacimiento de la tragedia, Nietzsche adopta una cultura del hombre posteórico, puesto que Nietzsche trata la tragedia ática para desarrollar las perspectivas de una cultura futura que sigue a la cultura socrática del hombre teorético, dónde existe un optimismo respeto a las ciencias. ¿Podríamos decir que Schopenhauer y Wagner ya aparecen como los representantes de una ruptura con la cultura teórica-científica como representantes de un conocimiento trágico y de arte trágico?
Lo que nos dice Nietzsche, podemos entenderlo como un nuevo filósofo que plantea la cuestión del futuro. En dos fragmentos se evoca la idea del cine. Uno hace referencia a aquello estético de la filosofía, introduciendo el concepto apolínico [1], citando a Schopenhauer que menciona "los meros fantasmas o imágenes oníricas".
Autores dramáticos del modernismo como Strindberg han intentado evocar estos puntos de vista, en el cine ya es este lugar desde el principio, todos nosotros cultivamos la aptitud filosófica como entiende Schopenhauer.
En otro fragmento [2], Nietzsche intenta exponer la génesis de la tragedia ática a partir de aquello dionisíac, a partir del coro de sátiros. En un principio, la tragedia no existía como arte escénico sino solamente como visión provocada por el coro. El que sucederá más tarde a la escena sólo tiene el significado de concretitzar las visiones del público. Los actores se escondían detrás las máscaras, y Nietzsche explica el proceso central del teatro como proyección fantasmal, una irrealidad, evocando la imagen de luz, la fotografía, con la aparición del héroe, todo enteramente apariencia.
Lo que nos dice Nietzsche, podemos entenderlo como un nuevo filósofo que plantea la cuestión del futuro. En dos fragmentos se evoca la idea del cine. Uno hace referencia a aquello estético de la filosofía, introduciendo el concepto apolínico [1], citando a Schopenhauer que menciona "los meros fantasmas o imágenes oníricas".
Autores dramáticos del modernismo como Strindberg han intentado evocar estos puntos de vista, en el cine ya es este lugar desde el principio, todos nosotros cultivamos la aptitud filosófica como entiende Schopenhauer.
En otro fragmento [2], Nietzsche intenta exponer la génesis de la tragedia ática a partir de aquello dionisíac, a partir del coro de sátiros. En un principio, la tragedia no existía como arte escénico sino solamente como visión provocada por el coro. El que sucederá más tarde a la escena sólo tiene el significado de concretitzar las visiones del público. Los actores se escondían detrás las máscaras, y Nietzsche explica el proceso central del teatro como proyección fantasmal, una irrealidad, evocando la imagen de luz, la fotografía, con la aparición del héroe, todo enteramente apariencia.
El conocimiento trágico, la mirada hacia el abismo que abre última última apariencia del orden acomodado de la sociedad burguesa, permitendo reconocer la obra de Wagner no como una simple significación de una redención aparente, sino un devenir. Nietzsche creía percibir un regreso del mito, del mito dionisíac, que vuelve a entregar un mundo logocéntrico, una crisálida apolínica, y él se alegra. Él no escapa, pero, de la cultura optimista de las ciencias, el conocimiento y el arte trágicos no escapan de esta cultura.
SCHLÜPMANN en El cine como cultura de la teoría, no le interesa si no acertó sobre la verdad del arte, ni como se hacía, sino que vio como el arte y con él, la verdad del conocimiento mismo se convierte en parte de una cultura científica, fatalidad del cual ya veía como consecuencia de Sócrates. Al filósofo moderno se le presenta poco después esta cultura como unidad que abarca ciencia y arte. Ve que el mito dionisíaco regresa y que aquello apolínico se reproduce, ya no sólo en el arte sino a toda la cultura científica.
En El Nacimiento de la tragedia ya anota unas rupturas que siempre aparecerán cuando la ciencia llegue a sus límites. La primera ruptura es el arte, la segunda, la creación de la conciencia trágica, con una autorreflexión del impulso del conocimiento y una aliberación del daimon de la música. La tecnología confirma la ciencia, tal y como el arte y el conocimiento trágico confirman sus límites.
Las ideas de Nietzsche sobre ambos, parecen románticas pero son momentos de un conocimiento mimético de la sociedad moderna. En ella la ciencia ya no conoce ningún límite, se mueve en la dimensión mítica del individuo todopoderoso, de aquello apolínico. La cultura científica vuelve a ser validada gracias a aquello dionisíaco que necesita para su representación (igual que la música necesita de la aparición en la imagen -el cine mudo era proyectado a la par que con piezas clásicas de los grandes maestros-).
El filósofo, que se encuentra fuera de la cultura científica y ve la verdadera dependencia, sólo puede reírse de la presunción del hombre teorético. El científico, pero, se percibirá de la impotencia y al mismo tiempo se formará una idea de las posibilidades para crear realidad. Así, como ya decía en La Gaya ciencia cambia el regreso del mito apolínico por la inervación del futuro, el científico se mete dentro el torrente dionisíaco del progreso técnico. La risa se el primitivo deseo por el regreso de Dionisio. Y si no, pregunten a Freud en El chiste y su relación con el inconsciente.
[1] NIETZSCHE, F. (2003) El nacimiento de la tragedia, p. 78. Alianza Editorial: Madrid.
[2] “Sólo como imagen de la fusión con una Naturaleza suprapersonal se le atribuye la contradicción que refleja el dolor del despedazamiento de la persona y el gozo de la disolución en el Ser primordial, pues «En aquella existencia de dios despedazado Dioniso posee la doble naturaleza de un demón cruel y salvaje y de un soberano dulce y clemente”.
# Foto fragmentada del retrato de Tiziano, Baco y Ariadna.
En El Nacimiento de la tragedia ya anota unas rupturas que siempre aparecerán cuando la ciencia llegue a sus límites. La primera ruptura es el arte, la segunda, la creación de la conciencia trágica, con una autorreflexión del impulso del conocimiento y una aliberación del daimon de la música. La tecnología confirma la ciencia, tal y como el arte y el conocimiento trágico confirman sus límites.
Las ideas de Nietzsche sobre ambos, parecen románticas pero son momentos de un conocimiento mimético de la sociedad moderna. En ella la ciencia ya no conoce ningún límite, se mueve en la dimensión mítica del individuo todopoderoso, de aquello apolínico. La cultura científica vuelve a ser validada gracias a aquello dionisíaco que necesita para su representación (igual que la música necesita de la aparición en la imagen -el cine mudo era proyectado a la par que con piezas clásicas de los grandes maestros-).
El filósofo, que se encuentra fuera de la cultura científica y ve la verdadera dependencia, sólo puede reírse de la presunción del hombre teorético. El científico, pero, se percibirá de la impotencia y al mismo tiempo se formará una idea de las posibilidades para crear realidad. Así, como ya decía en La Gaya ciencia cambia el regreso del mito apolínico por la inervación del futuro, el científico se mete dentro el torrente dionisíaco del progreso técnico. La risa se el primitivo deseo por el regreso de Dionisio. Y si no, pregunten a Freud en El chiste y su relación con el inconsciente.
[1] NIETZSCHE, F. (2003) El nacimiento de la tragedia, p. 78. Alianza Editorial: Madrid.
[2] “Sólo como imagen de la fusión con una Naturaleza suprapersonal se le atribuye la contradicción que refleja el dolor del despedazamiento de la persona y el gozo de la disolución en el Ser primordial, pues «En aquella existencia de dios despedazado Dioniso posee la doble naturaleza de un demón cruel y salvaje y de un soberano dulce y clemente”.
# Foto fragmentada del retrato de Tiziano, Baco y Ariadna.
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